Ser consejero de secundaria puede requerir varias funciones, entre ellas proveer apoyo socioemocional y académico a estudiantes que están en una época de la vida algo retadora, pero Yolanda Sims, consejera en Piedmont G.LO.B.A.L. Academy es toda una experta en esto.
“En secundaria, los estudiantes están a una edad en que se influencian fácilmente, pues están buscando su camino”, dijo. “Están muy grandes para estarlos mimando, pero igual quieren saber que uno se preocupa por ellos y que uno es una persona segura con la que hablar. La meta es asegurarnos de que estén bien emocionalmente, y que les vaya bien académicamente”.
Sims aún recuerda a su consejera de la secundaria, quien para ella fue una persona de fiar en esos años, pues la motivaba y la animaba. Aunque no recuerda para qué fue, tiene presente que la consejera le dio un premio que su madre todavía tiene y el sentimiento que le dio recibirlo.
“Vivíamos en San Francisco en ese entonces, y fue una ceremonia en el teatro de una universidad”, dijo. “Me hizo sentir tomada en cuenta, valorada. Los niños quieren ser escuchados, tomados en cuenta; quieren sentir que pertenecen”.
Sims dijo que quería ser esa persona de fiar que estuviera presente para los jóvenes, así que volvió al estudio para completar una maestría en consejería.
“Es importante que los estudiantes tengan con quien hablar porque no se expresan con cualquier persona”, dijo Sims. “Uno tiene que tender lazos reuniéndose con ellos uno a uno y preguntándoles cómo les va, con quiénes comparten su tiempo, qué quieren ser cuando sean grandes, en qué piensan”.
Sus pequeñas pláticas en el pasillo también son importantes, dijo, así que sale durante el cambio de clases para hablar brevemente con los estudiantes, especialmente si sabe que uno de ellos está pasándola mal.
“Si podemos ayudarles a socializar, a hacer amigos y tener buenas amistades, más que nada en secundaria, si están felices en la escuela, eso afecta cómo rinden académicamente. Tenemos un impacto en sus resultados”, dijo Sims sobre el papel de los consejeros.
También procura que los estudiantes en Piedmont se estén preparando bien para la universidad, y para ello, sigue los avances académicos de cada uno. Si alguno no está aprobando sus clases, se reúne con él para averiguar por qué. Como los estudiantes le tienen confianza, a menudo le explican que están batallando para comprender en clase pero que son muy tímidos para decirlo. Ella hace de intermediaria. En ocasiones, hay factores externos, y trabaja con la especialista de apoyo al padre, Daniela Alaniz, para encontrar recursos.
“Les digo a los estudiantes que está bien sentirse como se sienten, pero que no dejen que sus emociones los controlen. Que si tienen que soltar lo que están sintiendo, que vengan aquí conmigo”, dijo, señalando su salón. “Lo mismo les digo a los adultos. Había una maestra que estaba estresada a principios del año y vino. Platicamos un buen rato. Lloró y soltó esa tensión. Este es un lugar seguro”.
En cuanto a sus propios sentimientos, su esposo, Mark, quien se graduó de H. Grady Spruce High School, es su persona de fiar. Sims aprovecha el camino a casa para procesar el día, y después conversa con su marido.
“A veces, algunas de las cosas que escucho, cosas por las que están pasando algunos jóvenes, son difíciles de procesar, y cierro la puerta para soltar una que otra lágrima también yo”, dijo. “Pero creo que la empatía es lo que nos hace buenos consejeros”.

