En Walnut Hill International Leadership Academy, el éxito se encuentra en la resiliencia.
Luego de que la escuela fuera destruida por un tornado en 2019, los estudiantes y los maestros debieron trasladarse a un edificio temporalmente. Después llegó la tormenta de hielo y los desafíos que presentó la pandemia de covid-19.
“No nos dio tiempo de recuperarnos ni de aclimatarnos”, dijo Jairo Vertal Anagarita, maestro de quinto grado. “Pero fue un momento de aprendizaje: en la vida real, las cosas pasan, así que queríamos enseñarles a los niños a adaptarse y seguir adelante”.
Pese a los obstáculos, los estudiantes y los maestros se adaptaron, siguieron adelante y no se rindieron. Esto dio pie a una extraordinaria transformación, pues la escuela mejoró por tres niveles, alcanzando así una A como resultado final de 2024–2025.
Philip Meaker, director, dijo que los resultados de la escuela en el STAAR también son gracias a que priorizaron la salud mental.
“Suelo animar al personal a que pida días para su salud mental, y les digo que la familia siempre es lo primero”, dijo. “Lo mismo digo para los maestros, quienes hacen lo mismo por los estudiantes”.
Heidi Lingow, maestra bilingüe de tercer grado, dijo que su filosofía de docente se centra en nunca dejar atrás a ningún estudiante.
“Tenemos un gran sentido de comunidad, y no estamos completos si alguien está ausente o si alguien se queda atrás”, dijo. “Intentaremos ayudar y motivar a todos para crecer juntos. No se trata de tener mejores puntuaciones o mejores notas; queremos desarrollar a los jóvenes”.
Cuando llegó Meaker en 2022, se concentró en agrandar la secundaria, que se ha expandido desde entonces tanto en el número de estudiantes como en el de maestros. Entre el personal nuevo se encuentra el maestro de Estudios Sociales Uriel Díaz.
“Los estudiantes estaban bajos académicamente en Estudios Sociales y en comprensión lectora, así que sentí que debía hacer algo para darles lo que les faltaba”, dijo Díaz.
Gracias a sus esfuerzos, WHILA recibió una distinción del estado en estudios sociales, una de las seis distinciones que ostenta la escuela.
La estrategia pedagógica de Díaz consta de motivar a los estudiantes a sentir suyo su trabajo e incorporar la lectura, la escritura y la expresión oral en estudios sociales.
“Me concentré más en el estudiante que en dar un sinfín de lecciones”, dijo. “Disfrutaron del reto y querían aprender”.
Como sabía que sus clases serían algo difíciles, Díaz organizó sesiones individuales con cada estudiante para captar su progreso. Asimismo, se aseguraba de que su salud mental anduviera bien, por lo que las sesiones se convirtieron en una especie de medición que Díaz usaba para saber si estaba exigiéndoles de más.
Andrew V., de octavo grado, dijo que aquellas sesiones con Díaz lo ayudaron a sentirse seguro de sí mismo.
“Es muy bueno tener a alguien que te ayude si no entiendes algo”, dijo.
El año pasado, en medio de la temporada de exámenes, los estudiantes de Díaz le organizaron una fiesta sorpresa por su cumpleaños.
“Así supe que algo estaba haciendo bien. Ellos irán al mundo con empatía, seguridad y habilidades para la vida”, dijo Díaz. “No importa lo que aprendieron o dominaron en clase; el hecho de que puedan mostrar empatía es increíble”.
Hoy Díaz realiza capacitaciones para maestros para que puedan obtener resultados similares.
Usa la misma estrategia que en el salón: evalúa el nivel de los maestros y hace que sientan suyo el trabajo que están haciendo. Esto significa darles el espacio para enseñar a otros sobre sus pasiones y fortalezas.
Ahora que tienen el desafío de mantener su clasificación de A, todos los días constan de pequeños momentos que mantienen a los maestros inspirados, pues saben que están marcando una diferencia en la vida de sus estudiantes.