A medida que los estudiantes de Dallas ISD vuelven a la rutina escolar, la banda de marcha de Woodrow Wilson High School está ya en condición gracias a un campamento intensivo de dos semanas durante el cual los integrantes se prepararon para los meses venideros.
A medida que los estudiantes de Dallas ISD vuelven a la rutina escolar, la banda de marcha de Woodrow Wilson High School está ya en condición gracias a un campamento intensivo de dos semanas durante el cual los integrantes se prepararon para los meses venideros.
Antes de que se escuchen las primeras notas en el campo de fútbol, la banda, conformada por nuevos integrantes y otros que regresan, pasa largos días perfeccionando aquellas actuaciones que dan ánimo a los partidos de fútbol americano los viernes por la noche, a las competencias y a otros eventos comunitarios. Para los estudiantes, se trata de más que solo música: se trata de un esfuerzo por alcanzar su máximo potencial, trabajar como equipo y crear una atmósfera electrizante.
Ripsi S., estudiante de último año y tambor major, dijo que el campamento la ayudó a que sentirse emocionada por regresar a la escuela.
“Como somos jóvenes, a muchos no nos gusta la escuela, pero estar en banda me da motivación”, dijo. “Somos muy importantes para el espíritu escolar. Cuando la moral está baja durante un partido, nosotros somos quienes traemos esperanza y alegría al partido y al ambiente”.
El campamento, que sirve de calentamiento tanto físico como mental, prepara a los integrantes para dar lo mejor de sí los viernes por la noche, en competencias y en otros eventos a lo largo de la temporada.
Día a día, las rutinas del programa se centran en distintos números, música de competencia, prácticas de UIL y otras técnicas. Los estudiantes ganan fuerza y condición durante la fase de las bases, preparándose así físicamente para las exigencias de marchar y ejecutar un espectáculo de ocho minutos sin descanso.
Caitlyn Schmidt, directora de bandas, dijo que la creciente membresía del programa, la mejora de habilidades y sus logros que han batido récords han producido una energía que hace que este año sea particularmente emocionante. Desde que ella gestiona el programa, este ha doblado su membresía y creció en aproximadamente un 15 % en el último año.
“Los estudiantes mejoran sus habilidades musicales y físicas, y forman además vínculos con sus compañeros, sentando así las bases para tener una temporada exitosa y amena”, dijo. “Tener el campamento antes de empezar las clases los ayuda a desarrollar disciplina y a aprender gestión del tiempo, lo cual necesitarán para llevar banda además de sus otros compromisos durante el año. También les da la oportunidad de formar una ‘familia’, lo que crea un ambiente acogedor de apoyo desde el primer día”.
Para muchos, la familia musical está al centro de su experiencia. Joseph G., estudiante de 10.º grado que toca la flauta y es parte del “color guard”, se unió para hacer nuevos amigos, mientras que Xander S., estudiante de 11.º grado que toca percusión, dijo que su parte favorita es actuar junto con sus compañeros.
“Me gusta que la banda es un espacio para todos. Tenemos estudiantes de teatro, de coro y deportistas”, dijo Ripsi. “Es una manera de expresarse a través de la ejecución musical. Así no hayas tocado nunca un instrumento, te recibiremos con paciencia y los brazos abiertos”.