Rocío Castillo, traductora e intérprete del Departamento de Servicios de Traducción, sabe de primera mano que puede ser difícil mantener un trabajo y cuidar de los hijos, pero también que es posible ayudarlos a llevar una gran vida, especialmente si tienen necesidades especiales.
Su hijo, Malachi, tiene 18 años y se graduó de North Dallas High School en 2024. Es ciego y tiene otras discapacidades, pero eso no le impide vivir una vida llena de alegría, dijo Castillo.
“Malachi se despierta con una sonrisa todos los días”, dijo Castillo. “Eso me llevó a decidir que no iba a estar triste por todas las cosas que no puede hacer, y más bien disfrutar las que sí hace”.
El feliz humor de su hijo la inspiró a tomar decisiones de vida que lo incluirían en cosas que le traerían felicidad o le ayudarían a aprender.
Con esta meta en mente, Castillo ayudó a su hijo en su misión de ser premiado como “homecoming duke“. Hizo pancartas del cantante Drake y lo acompañó al baile de “homecoming” en donde fue coronado duque y reconocido junto con las otras personas que formaron parte de la corte. Ver a Malachi feliz sonriendo en la coronación le dio a Castillo una sensación de inclusión.
Otra de sus metas ha sido ayudar a Malachi a lograr ser más independiente, lo cual ha hecho por medio del uso de un bastón blanco que permite que las personas ciegas y con discapacidad visual naveguen su entorno y sean más independientes en el trabajo, en la escuela y en la comunidad. El Día del Bastón Blanco, celebrado el 15 de octubre, pone en el foco a este instrumento esencial y a sus usuarios.
Ayudar a su hijo también ayudó a Castillo, quien por seis años trabajó como asistente de maestro brindando apoyo individual a un estudiante con discapacidades. Fue motivo de alegría cada vez que el estudiante alcanzaba sus metas, como el poder caminar.
Posteriormente, Castillo se volvió encargada de asistencia antes de obtener su actual cargo de traductora e intérprete.
“Entré siendo la mamá de Malachi, la mamá de un joven con necesidades especiales, pero también con conocimiento sobre la educación especial y el proceso ARD (admisión, repaso y retiro), y también con dominio del español”, dijo Castillo. En la actualidad, como intérprete en las juntas ARD, un proceso que conoce bien, Castillo provee a las familias de niños con discapacidades un servicio que ella misma alguna vez recibió.
“Me encanta. Ni siquiera siento que estoy trabajando porque me encanta”, dijo. Castillo dijo que a menudo se encuentra con personas en el distrito que trabajaron con su hijo o lo conocen, y que eso la hace recordar la buena y duradera impresión que ha tenido Malachi. Son momentos que para ella son como cerrar un ciclo.
Mientras Castillo ayuda a otras familias, Malachi pasa la semana en la Texas School for the Blind and Visually Impaired en Austin, una escuela especializada para estudiantes con discapacidad visual. Castillo considera que esta decisión fue maravillosa para su hijo ya que todo lo hacen teniendo en cuenta la discapacidad visual, por lo que hoy Malachi se siente más confiado. Los fines de semana, Malachi regresa donde su mamá.
“Es como cuando dejan la casa para ir a la universidad”, dijo Castillo. Dijo que la experiencia ha dado frutos para Malachi de muchas formas. Castillo dijo que una de las cosas que los ayudó a ella y a su hijo es que ambos encontraron una comunidad.
“Procuro vivir de forma que él pueda disfrutar la vida, y también el estar presente en la comunidad lo ayuda”, dijo Castillo. “Es importante que la gente vea que existen personas como él y que son capaces de llevar una vida maravillosa, sean cuales sean sus limitaciones”.