En los más de 20 años en que Yatta Johnson, profesional de salud mental, ha trabajado como psicóloga escolar, ha desempeñado varios cargos, pero tal vez ninguno ha sido más crucial como el que ahora tiene en Emmett J. Conrad High School. Todos los días forma vínculos con los estudiantes, los acompaña en momentos difíciles y los ayuda a entenderse mejor a sí mismos y a los demás.
Johnson es una de varios psicólogos escolares en Dallas ISD, y de los miles que hay en el país, cuya labor es celebrada durante la Semana Nacional de Psicología Escolar hasta el 10 de noviembre.
“Soy una psicóloga escolar poco tradicional ya que mi título es en Psicología de la Salud Mental y Psicología Clínica”, dijo Johnson, originaria de Dallas quien regresó hace 23 años luego de completar sus estudios para trabajar en las escuelas.
Está orgullosa de ser parte del Departamento de Servicios de la Salud Mental de Dallas ISD ya que el distrito aborda de manera innovadora la salud mental estudiantil y está a la vanguardia de la provisión de servicios, afirmó. El rol de psicólogo escolar más tradicional conllevaba tamizar a estudiantes para que recibieran servicios de educación especial o para saber si tenían una discapacidad de aprendizaje, formar parte de comités y participar en reuniones de educación especial.
“Puede que [en ese rol]uno haga un poco de consejería, pero en realidad no hay oportunidad de interactuar con el estudiantado en general”, dijo Johnson. “En Conrad, en cambio, trabajo con los estudiantes en la ansiedad, la depresión, los apoyo, hago evaluaciones de riesgo de suicidio, de su posible riesgo de violencia, identifico intervenciones y las mejores maneras de estabilizar a los estudiantes en crisis. También proveo recursos a los padres y los ayudo con planes de seguridad. Me enfoco en ayudar a los estudiantes a tomar buenas decisiones”.
Como psicóloga escolar primero en H. Grady Spruce High School y ahora en Conrad, Johnson dijo que trabaja en un equipo con el consejero académico y otros para asegurarse de que los estudiantes tengan las herramientas necesarias para triunfar. En su segundo año en Conrad, también recibe referencias de parte de los estudiantes a los que ha podido ayudar.
“Hay una gran demanda”, dijo Johnson. “Hemos hecho que los servicios de salud mental sean muy accesibles. Los padres pueden entrar en el sitio web e indicar cuál es su necesidad. Los estudiantes pueden hablar con un maestro o con el consejero escolar, quien luego se pone en contacto conmigo, o los estudiantes mismos vienen conmigo una vez que saben quién soy”.
Si el estudiante es menor de 18 años, se contacta a los padres antes de proveerle servicios, y Johnson prepara planes individuales para tratar el problema en la escuela y en casa. Si bien no provee servicios a largo plazo, puede derivar a los estudiantes y sus familias a uno de los 13 centros Youth & Family del distrito o a un socio comunitario, donde pueden recibir apoyo adicional.
“El beneficio de que yo esté en la escuela todo el tiempo es que puedo intervenir si un estudiante tiene un ataque de pánico y mitigar cualquier problema”, dijo Johnson.
Sabe que está dejando una huella cuando los estudiantes le dicen que los ejercicios de respiración que les enseñó para lidiar con el estrés o la ira están funcionando o cuando la buscan para compartirle una noticia emocionante o solo para platicar.
“Es muy gratificante”, dijo Johnson. “Sé que ayudo a mis estudiantes al impartirles las habilidades para ser su mejor versión, para que tomen mejores decisiones y se gradúen listos para la universidad, para su profesión y ¡para la vida!”.