La maestra de Skyline Sophie Nah sabe que aprender un idioma como el coreano, que no está basado en el alfabeto latino, puede ser difícil, así que hace que sus clases sean divertidas. Quizás por eso, Nah, quien ofrece cuatro niveles de clases, de noveno a 12º grado, logra que los estudiantes regresen cada año para aprender más.
Sus estudiantes no sólo aprenden a hablar en coreano a nivel de conversación. También practican manualidades y hacen cerámica, papalotes, máscaras tradicionales, abanicos y otros objetos. Además, aprenden sobre la gastronomía coreana y, al mismo tiempo, sobre el país y sus tradiciones. “Les doy incentivos, como bocadillos coreanos o diferentes actividades culturales, para que disfruten al máximo”, explica.
A veces, Nah lleva invitados a la clase para que los estudiantes vean distintos aspectos de la cultura. Por ejemplo, “vino un instructor de taekwondo a enseñar a los estudiantes a defenderse en una situación física. Y el año pasado recibimos a un visitante que trajo un jikji, el primer sistema de impresión masiva en el mundo. La Biblia de Gutenberg es conocida como el primer libro del mundo, pero el jikji coreano es el primer sistema de impresión masiva de la historia. Una representante del jikji trajo muestras de impresión para enseñar a los estudiantes a escribir caligrafía tradicional. Trajo pinceles y papel especial para hacer demostraciones”.
Más que el idioma
“No sólo se trata de aprender el idioma y saber leer”, dice Nah. Enseñar a los estudiantes sobre la cultura es “60 por ciento lingüístico, y el otro 40 por ciento son actividades divertidas. Les enseño a través de juegos y actividades divertidas, ya que puede ser muy difícil aprender un idioma que no está basado en el mismo sistema alfabético”.
El idioma coreano cuenta con 19 consonantes y 21 vocales que componen su alfabeto, llamado hangul, el cual es el sistema de escritura oficial en Corea del Sur y Corea del Norte y el que utiliza la diáspora coreana en todo el mundo. Para quien lo aprende es difícil dominarlo porque es muy diferente del abecedario del inglés o el español.
“Puede ser realmente difícil para aquellas personas que nunca han tenido experiencias interculturales. Las personas bilingües tienen mayor facilidad para aprender otro idioma que las que nunca han tenido esa experiencia (por ejemplo, aquellos con padres que hablan español). Las personas que no están expuestas a otros idiomas tardan más tiempo en aprenderlo y les resulta más difícil lograrlo”.
Este es el quinto año de Nah en el distrito, lo que la convierte en la maestra con más años de servicio en el relativamente nuevo programa de coreano. Nah, quien nació y se crio en Seúl, Corea del Sur, llegó a Estados Unidos siendo adulta hace poco más de 30 años, tras haber crecido en una familia dedicada a la educación.
“Mi padre fue profesor, y también varios miembros de mi familia. Mi hermana es profesora, como también lo fue mi hermano difunto. Los familiares de mi esposo eran maestros y profesores, y como pastor de jóvenes, mi esposo también daba clases. En verdad viene de familia. Y mi hija, Phoebe, es maestra de música en Preston Hollow Elementary School, en Dallas ISD”.
Nah vivió primero en Los Ángeles, donde trabajó para el Departamento de Desarrollo de Empleo de California organizando talleres para quienes buscaban empleo y necesitaban capacitación para integrarse a la fuerza laboral. “Formaba a personas en un salón de clases. Viajé a diferentes comunidades cerca de 10 años. Después me trasladé a Carrollton, Texas, y trabajé como directora de un centro educativo en Plano contratando a tutores para que los estudiantes alcanzaran sus metas académicas.”
Gracias al programa de certificación alternativa de Dallas ISD se enteró sobre el puesto de maestra de coreano. “Estaba segura de que lo haría bien como hablante nativa de coreano”. Es la única maestra coreana en Skyline. Sus estudiantes no son de origen coreano, explica, porque hay muy pocos estudiantes asiáticos en el distrito. Sin
embargo, tienen mucho interés en aprender. El programa que Skyline ofrece en coreano está creciendo y cada vez son más los estudiantes que regresan para avanzar al siguiente nivel, dice Nah.
Vanessa M., estudiante de décimo grado que cursa el segundo nivel, es una de esos estudiantes. “La clase es muy agradable y acogedora. Siento que puedo ser yo misma cuando estoy en esta clase. Me interesa mucho la materia, y la Sra. Nah facilita el aprendizaje y logra que sea mucho más divertido. Es un honor formar parte de esta clase”.
Despertar el interés por otra cultura
“Los estudiantes están muy motivados y disfrutan las clases”, dijo Nah. “Y eso es algo que me motiva y me anima a seguir adelante. Además, algunos están muy interesados en Corea. Quieren visitar y están enviando solicitudes para diferentes oportunidades de hacerlo”.
Una de esas oportunidades fue el concurso fotográfico de hanbok, en que los estudiantes se vistieron con ropa tradicional coreana que Nah les proporcionó y se tomaron fotos en lugares reconocidos de Dallas para participar en un concurso de fotografía en Corea. Si son elegidos, sus fotos aparecerán en las noticias en Corea.
En otro proyecto, algunos estudiantes de Nah están participando en una clase en colaboración con una escuela en Corea. A través de un programa que conecta escuelas de Corea y Estados Unidos, leen juntos una historia y comparten reflexiones usando Padlet como la plataforma para comunicarse. “Leeremos ‘Después de veinte años’, de O. Henry, y conversaremos sobre la amistad —qué es una buena amistad, qué es una mala amistad— con estudiantes coreanos de 11º y 12º grado. Es increíble que estemos conectados con estudiantes en Corea.
“Mis estudiantes ya tienen una mentalidad más internacional”, dijo Nah. “Están más preparados para tener una perspectiva más amplia y buscar distintas oportunidades a través de concursos de fotos o vídeos y otras actividades similares. Están enriqueciendo y ampliando sus vidas, en lugar de limitarse únicamente a lo local”.