Enfoque AAPI – Lily Maminabulewa guía a estudiantes pequeños en Downtown Montessor

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Lily Maminabulewa nació en Fiyi y tenía cinco años cuando se mudó con su familia al norte de California. Aunque recuerda muy poco de aquella época, si se acuerda de la despedida de su abuela, quien se encontraba muy conmovida por razones que la pequeña Lily aún no entendía.

Maminabulewa es la mayor de cinco hermanos y fue la primera de su familia en graduarse de la universidad. Resalta que no encaja en el molde que a menudo se asigna a los asiático-americanos y a los de las islas del Pacífico. “La gente da por hecho que, si eres asiática, serás abogada, doctora o ingeniera. Y eso no fue para nada mi historia. Estaba convencida de que iba a ser maestra”.

Así que después de obtener su licenciatura de Artes Liberales de Sonoma State University, se inscribió en Teach for America, lo que la trajo a Dallas ISD hace siete años. Se comprometió por dos años con Teach for America. Maminabulewa dio clases en Whitney M. Young Elementary School, luego en Nancy J. Cochran Elementary School, y terminó su maestría de educación en SMU con una concentración en alfabetización a temprana edad.

Preparación del entorno

Hoy en día, enseña a 22 niños de tres años, cuatro años y kínder en un salón de clases de edad mixta. En concreto, eso significa que proporciona el entorno necesario para que los estudiantes de Downtown Montessori at Ida B. Wells tengan experiencias prácticas que apoyan su desarrollo en matemáticas, lenguaje, lectura, ciencia, cultura y la vida diaria.

“El currículo Montessori se adapta a las necesidades de desarrollo del niño”, dice Maminabulewa. A los maestros se les llama guías porque “se trata de un sistema verdaderamente centrado en el niño y los adultos lo guían. Mi trabajo como guía es brindarles un entorno preparado para fomentar el aprendizaje”.

Bromea que probablemente tiene “las rodillas más resecas que jamás hayan visto”, y explica que a menudo se le puede encontrar en el suelo junto a sus estudiantes, literalmente a su nivel, proporcionando experiencias prácticas que les ayudan a establecer las conexiones necesarias para el aprendizaje. “No estoy en la pizarra dando clases. Todas mis lecciones se dan individualmente o en grupos pequeños”.

Como sus estudiantes progresan a su propio ritmo, dice que, “Tengo niños de cuatro años en mi clase que saben leer. Mis alumnos empiezan a leer cuando están listos. Es una colaboración entre los padres y nosotros”.

Asimismo, puede instruir a sus estudiantes de tres años para que, por ejemplo, “me muestren 1,651”, y ellos acomodan los bloques de las unidades y las tarjetas numéricas para ilustrar ese valor.

 Preservación de la culturaEl currículo también ofrece espacio para incluir a la cultura. “La cultura es muy importante, y está vinculada a muchos materiales de la clase Montessori. Los cuentos son una parte muy importante del currículo Montessori. También lo son el lenguaje, la música y el arte. Es algo que definitivamente comparto con mis estudiantes”, dice Maminabulewa.

“En mi salón de clases, guardo carpetas con mapas e información sobre los continentes, tarjetas culturales que muestran que hay gente igual que nosotros en el mundo que vive en estos otros continentes, y sus experiencias pueden ser un poco diferentes, pero tenemos muchas cosas en común”.

En la pizarra de su salón hay una importante pieza de arte cultural de su país natal: un masi, un tejido que cuelga de una cáscara de morera seca. “Las mujeres del pueblo de Fiyi hacen estas colgaduras a mano. Utilizan todo lo que hay en la naturaleza para hacer los tintes y todos los diseños”.

“Otras culturas en el sur del Pacífico tienen también al masi, a veces también llamado tapa. Los samoanos la tienen, los tonganos la tienen, pero los fiyianos son los más bonitos”, dice con una sonrisa pícara. “El nuestro es el más bonito. Somos los más creativos”.

 

 

 

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