Durante más de diez años, Somyung Kim trabajó en el sector financiero, algo que disfrutaba y en el que sobresalía. Pero siempre sintió que le faltaba algo.
Kim había crecido en Daegu (Corea del Sur), como la hermana mayor de una familia extendida y unida. Fue a la universidad allí, pero como se describe a sí misma como una “estudiante universitaria audaz”, decidió después de su segundo año “venir a Estados Unidos a explorar”. Como estudiante de economía, Kim consiguió unas pasantías en Florida con una importante cadena de hoteles. Después, estudió en Georgia gracias a un programa de intercambio antes de graduarse de su universidad en Corea y convertirse en maestra. Fue entonces cuando encontró su vocación, enseñar un idioma extranjero (en este caso inglés) a estudiantes de preparatoria. Pero después de tres años, una mudanza permanente a Estados Unidos para casarse la alejó de la enseñanza y la llevó al mundo de los negocios.
“La enseñanza fue algo que extrañé siempre”, dijo Kim, aunque encontró buen empleo en la industria financiera, donde trabajó aproximadamente por 13 años. De su último puesto, en una gran empresa de financiación de automóviles, dice: “Me encantaba. Por suerte, estaba en un puesto en el que tenía que capacitar a la gente, enseñarle y dirigirla. Lo disfruté mucho, pero siempre sentí que me faltaba algo. Echaba de menos enseñar un idioma extranjero a estudiantes de preparatoria”.Una mejor alternativa
Hace unos tres años, seguía con esa misma idea por lo cual Kim empezó a trabajar como maestra voluntaria en una escuela coreana cercana a su casa, mientras seguía trabajando en finanzas. En ese rol asistió a reuniones, eventos y talleres educativos, y eventualmente se enteró de una oportunidad para ser contratada como maestra de idiomas extranjeros a través del programa de Certificación Alternativa de Maestros de Dallas ISD.
“Me entrevistaron en Dallas ISD, y mi actual director me hizo una oferta. Quería contratarme de inmediato. Me pareció un milagro después de haber estado deseando esta oportunidad durante tanto tiempo, pensando en el fondo de mi mente, que ojalá pudiera hacer eso otra vez”.
“Creo que mi director valoró todo lo que había hecho en mi carrera: trabajar en el sector financiero durante más de 10 años. Tenía mucha experiencia que compartir con mis estudiantes. Soy una maestra coreana que viene de Corea del Sur, pero tengo mucha experiencia práctica que puedo compartir con los alumnos que quieren dar lo mejor de sí mismos en la vida”.
Ahora, Kim está en el último mes de su primer año en School of Business and Management de Townview.
El entusiasmo es un término que se queda corto al describir a Kim, quien dice: “¡Me gustan mucho los estudiantes aquí en Townview! Son muy respetuosos y están muy interesados en su vida y sus logros académicos. También me gusta el hecho de poder dar clases a todos los estudiantes de las seis escuelas diferentes de Townview. Tienen diferentes puntos fuertes y débiles, y estoy disfrutando aprendiendo todo eso”.Más que un idioma
Aunque se centra en la enseñanza del coreano, Kim ve su papel como una oportunidad para compartir algo más que el idioma. “Comparto el arte, la música, la historia, la cultura y la comida coreana. No limito mi enseñanza al idioma. No se trata sólo del idioma. Los alumnos tienen que conocer la cultura para poder aprender el idioma. Así que intento presentar todo lo posible. La comida es una de las cosas que más les entusiasma. Es parte de compartir la cultura”.
La música es otro de los intereses de Kim, que dice que tocaba el piano cuando era niña y llegó al punto en que “podría haberme especializado en eso”. Hago todas las conexiones: entre el idioma y la música y los negocios. No están separados. Siempre intento motivar a los alumnos ayudándoles a entender esas conexiones”.
Para el mes de la Herencia Asiática y de las Islas del Pacífico, Kim hizo que sus alumnos diseñaran máscaras tradicionales coreanas con materiales de artesanía que trajo de su tierra natal. “Les enseño algunas obras de arte coreanas y ellos las interpretan a su manera. Han creado máscaras coreanas que parecen españolas, americanas, todas las culturas combinadas, lo cual es genial. Las exponemos para compartir la experiencia con todas las escuelas de Townview”.
La diversidad es importante para Kim, madre de dos niños de 8 y 11 años, a quienes describe como “una mezcla de todo”. Son 50% coreanos, 25% italianos y 25% británicos. A veces bromean diciendo: “¡Tengo un 3% de Suiza! Les encanta ser diversos”.
Sus hijos asisten a la escuela primaria y van a la escuela coreana todas las semanas. “Están aprendiendo Taekwondo, artes marciales coreanas. Los observo en clase y me interesa aprenderlo yo también. Creo que será bueno compartirlo con mis estudiantes también”.
Ella y su familia visitan Corea del Sur todos los años, algo para lo que tendrá más tiempo ahora como maestra y no como empleada de negocios. Y ahora verá su país natal a través de los ojos de una maestra y de una persona que ha vivido en él. “Es una sociedad en constante cambio: cada año, algo nuevo. No paran de cambiar y mejorar las cosas. Quiero ver cómo la enseñanza de ese cambio puede ser útil académicamente para motivar a mis estudiantes. Estoy muy entusiasmada con eso”.