Con un poco de tiempo libre y una máquina de coser, es increíble lo que puede lograr. Así es el caso de Ty’Viana “Ty” W., estudiante de 11º grado en Lincoln High School y miembro del equipo de baile escolar Purple Flash.
Cuando estaba en octavo grado en 2020 y llegó la pandemia, Ty afirma: “Estaba distraída en Google cuando me encontré con el término diseñador de moda. Lo investigué y decidí que eso era lo que quería hacer con mi vida”.
Cuando les informó su plan a sus padres, enseguida le fueron a comprar una máquina de coser, invirtiendo así en su creatividad. Ty hizo lo que haría cualquier adolescente y perdió interés por un tiempo, dejando que la máquina acumulara un poco de polvo hasta que el aburrimiento la hizo espabilar. Navegando de nuevo la red, Ty buscó en YouTube cómo hacer una máscara, y de ahí su negocio, Ty Wood’s Final Touch, nació.
“Se me hizo muy fácil aprender. No pedí ayuda de nadie”, dijo Ty. “Me senté a ver un par de videos, y luego fue como que lo aprendí de manera automática”.
Ty, quien abrió su negocio durante la pandemia, empezó a crear juegos de máscaras. Pronto eso dio paso a la creación de accesorios y, finalmente, ropa. Ella misma fue su primera clienta: diseñó su propio vestido para el baile de homecoming con accesorios que le hacían juego.
Luego de preparar su vestido, le pidió consejo a una costurera experimentada para aprender a crear vestidos de prom. Es así como nació lo que llama “el vestido rojo”.
“Me empezaron a llegar llamadas para que hiciera diseños, arreglos y muchas cosas más”, dice Ty.
Durante la misma temporada de prom, recibió una llamada para hacer su pieza favorita hasta la fecha: “el vestido azul”. Fue un momento significativo que la hizo darse cuenta de que estaba haciendo exactamente lo que estaba destinada a hacer.
“Después de que entregué el vestido, subí a mi carro y lloré porque realmente logré algo así”, afirma. “Algo hizo clic en mí. Aunque no era el primer vestido de prom que hacía, era sin duda el mejor, y me dije a mí misma que ahora no quedaba más que seguir”.
Con el apoyo de sus padres —quienes incluso la llevaron a Nueva York a visitar la escuela de sus sueños, Fashion Institute of Technology, y luego convirtieron la habitación principal de su casa en su nuevo espacio de costura— Ty siguió diseñando.
En esta ocasión, en vez de esperar un pedido, Ty tomó la iniciativa y le preguntó a su entrenadora si podría diseñar el uniforme del equipo de baile. Estaban a poco tiempo del gran partido de fútbol americano entre Lincoln y James Madison High School, partido también conocido como el South Dallas Super Bowl.
“Siempre nos ponemos lo mismo. Por favor, déjeme que diseñe unos uniformes nuevos”, le pedía Ty a la entrenadora.
Cuando la entrenador asintió, Ty puso manos a la obra, reuniendo imágenes de inspiración para enviárselas a las líderes del equipo, y, pasado un corto tiempo, se seleccionó un diseño final. Durante ese mes de múltiples prácticas al día y el inicio de 11º grado, mientras también trabajaba en Whataburger y dormía realmente poco, finalizó los 15 uniformes a tiempo para el importante partido.
“Siempre que las cosas se ponen difíciles, me digo a mí misma: ‘pasar por esto va a ser difícil, pero te prometo que te va a gustar lo que hayas creado cuando termines’”, expresó Ty.
Esta joven emprendedora no tiene ningún plan de bajar el ritmo. Quiere continuar diseñando para su equipo y su comunidad y ahorrar sus ganancias para lograr sus sueños en Nueva York.