El grito que dio hizo que todo el mundo en Starbucks volteara a mirar a Janet R., estudiante de North Dallas High School, cuando recibió un correo electrónico especial. Esa misma tarde, se había sentido desanimada luego de que una de las universidades a la que había solicitado admisión la había rechazado. Ahora, ante sus ojos estaba un mensaje de Stanford University: “Felicidades, has sido admitida”.
“Envié la solicitud a unas 45 escuelas, y me admitieron 41. Sin embargo, esta es la que más me emocionó”, dijo Janet. “Ser admitida en Stanford University y luego recibir la noticia de que me darían una beca completa reafirma todo mi esfuerzo. Fue un momento bello”.
Janet vino a Estados Unidos desde México hace cuatro años como menor de edad no acompañada. De primero, tenía en mente trabajar un tiempo, generar ingresos y regresar a casa. Sin embargo, no tenía una educación, no hablaba inglés y, ante dificultades para conseguir suficiente comida y donde vivir, se percató de que las probabilidades estaban en su contra.
“Había venido para trabajar, no para estudiar. No crecí en un entorno en que la escuela fuera importante. Lo único que conocía era trabajar, limpiar”, dijo. “Pero pronto entendí que ni siquiera sabía lo básico que se necesita para conseguir un empleo decente”.
Un lugar seguro
Para ponerse al corriente y aprender estas habilidades, Janet sabía que debía ir a la escuela, así que se matriculó en Dallas ISD, primero en Thomas Jefferson High School y luego en North Dallas High School. “Ha sido lo más bello y lo más frustrante hasta la fecha. Fue aterrador porque era mucho trabajo”, admite.
Cuando las cosas se volvieron muy difíciles entre la escuela y su situación de vivienda, que a veces incluía encontrar un lugar dentro de la escuela para dormir, Janet consideró abandonar sus estudios y volver a México o irse a una casa hogar. Fue en este momento que encontró una comunidad escolar que creyó en ella y estaba determinada a hacer hasta lo imposible por ayudarla a ser exitosa.
“Mientras no tenía donde vivir, la escuela se volvió mi lugar seguro. Vi en la escuela y el salón de clases un lugar donde podía ser quien soy”, recuerda Janet. “Uno de mis maestros, Willie Ruiz, dijo una vez: ‘Ella no se va a ningún lugar más que a la escuela’”.
Cuando sus maestros supieron que no tenía casa, muchos le ofrecieron donde vivir, le dieron lo esencial y se volvieron, para todos los efectos, su familia y su apoyo. Pasado un tiempo, se quedó a vivir con dos educadoras de Dallas ISD a quienes hoy se refiere con cariño como sus madres, Paige Zumberge y Érika Vigil.
“Creemos que se debe ofrecer a todos los niños la oportunidad de crecer”, dijo la Sra. Vigil, quien hoy es subdirectora en Thomas Jefferson High School. “Janet ha crecido tanto estos últimos años. Era una niña callada que no priorizaba la escuela, y ha llegado a ser una persona que no teme correr riesgos y probar cosas nuevas”.
Crecer y prosperar
Desde entonces, Janet empezó el proceso de crecimiento tanto personal como académico del que se percataron sus maestros y compañeros. Sus maestros en North Dallas High School la elogian por siempre rendir a un nivel académico excepcional y participar en una variedad de actividades extracurriculares, incluyendo ser presidenta del consejo estudiantil y miembro del equipo de sóftbol de la escuela.
Bernardo Vélez, maestro de Lenguaje y Literatura en Inglés AP en North Dallas, recuerda que, aunque era nueva en la escuela y en el país y desconocía el idioma, Janet se responsabilizó de su aprendizaje y buscó el consejo de sus maestros para saber si estaba cumpliendo, o incluso superando, las expectativas.
El camino por delante
Al elegir Stanford, le fueron importantes el sentido de pertenencia y encontrar la forma de ayudar a otros estudiantes como ella. “Stanford es la que más siento como mi casa. Pienso que puedo encontrar a personas ahí con quienes podré dejar huella no solo en mi comunidad sino en el mundo”, dijo.
Janet estudiará ciencias políticas o informática, luego de cursar ciberseguridad en el Instituto de Profesiones del Norte, o combinará sus habilidades en ambos campos. De cualquier forma, su meta es inspirar a su comunidad y que vean que todo es posible si uno se dedica a ello.
“Empecé a pensar en el impacto que podría tener si estudio informática para cambiar el sistema educativo y darles más oportunidades a estudiantes como yo. Me gustaría también abogar por otras personas y hacer un cambio, así que creo que si combino ambas cosas, podría marcar una gran diferencia”, dijo.
En retrospectiva, Janet sabe lo mucho que cambió el camino que se propuso hace años. Ahora está rumbo a logros aún más grandes que alcanzará con su esfuerzo y determinación.
“Dallas ISD no solo me dio los mejores maestros que pudiera tener y el apoyo que necesitaba, sino también una familia”, dijo Janet. “Antes, no veía posible el estudio, pero ahora sé que la educación superior siempre fue mi destino”.