Ashley Fortner-Domínguez siempre sintió un profundo amor por la educación, pero nunca pensó que esa sería su profesión. Le intrigaban más los estudios sobre el Medio Oriente y las relaciones internacionales. Mientras estudiaba en Jordania, trabajó enseñando inglés como idioma extranjero a estudiantes de primer grado en una escuela privada. Y aunque no se dio cuenta en ese momento, esa experiencia cambiaría el curso de su vida.
“Una vez que empecé a enseñar ya no lo quise dejar”, dijo Fortner-Domínguez. “Me obligué a dejar el salón de clases y obtener mi maestría, pero me quedó la espinita y quería regresar al salón de clases”.
Pudo haberle tomado un viaje al otro lado del mundo para descubrir su amor por la educación, pero Ashley ya había sentido esta atracción por unos años. Su madre fue maestra de nivel preescolar en Dallas ISD y prácticamente creció en su salón de clases. Pasó horas de trabajo comunitario en la escuela porque lo vio como una buena manera de devolverle algo a su comunidad, y además realmente lo disfrutaba. Cuando asistía a la universidad, enseñaba inglés como segundo idioma a los profesores y personal que quisiera aprender y también daba tutoría a estudiantes de preparatoria. Pero fue la pasión que mostraba su madre por la enseñanza, y el impacto que tuvo en varios de sus estudiantes, lo que más le impresionó.
“La pasión que sentía por enseñar, cambió literalmente a muchos de sus estudiantes,” dice Ashley, recordando cómo algunos padres pensaban que la universidad ni siquiera era una posibilidad para sus hijos, aunque después de trabajar con su madre, los estudiantes y sus padres empezaron a ver su potencial y como podían alcanzarlo. Algunos de estos estudiantes siguen teniendo contacto con ella hoy en día.
A pesar de su experiencia en el ámbito de la educación, Ashley no gravitó inmediatamente hacia el salón de clases. Por eso es que ella encajó perfectamente en el programa Compass de Dallas ISD. Con sus títulos en estudios de Medio Oriente y relaciones internacionales, y su experiencia en el extranjero, Ashley puede aportar una perspectiva diferente.
“Son afortunadas las personas que saben desde muy temprano que quieren ser maestros, pero para mí fue maravilloso tener esa experiencia de estudiar otras culturas y vivir en el extranjero”, dice Ashley. “Mis estudiantes ya entienden que el mundo no se limita al pequeño espacio en que vivimos, pero a mí me toca ayudarles a desarrollar esa idea aún más por mis antecedentes. Mi previa capacitación y formación profesional también me ayudan a enfocarme en encontrar un propósito común al trabajar con personas con distintas experiencias y culturas”.
Hoy, Ashley, quien creció en un hogar en Dallas donde se hablaba español, es maestra de estudiantes bilingües de preescolar, quienes en muchos sentidos le recuerdan su niñez y reflejan su cultura. “Me veo a mi misma reflejada en algunos de mis estudiantes”, dice mientras piensa en el potencial de los niños.
Ahora, gracias en parte a su capacitación en Compass, que incluyó críticas prácticas de parte de extraordinarios mentores, entrenamientos y materiales que le ayudaron a mejorar su manera de enseñar, Ashley ayuda a sus estudiantes a alcanzar su potencial. También amplía su visión del mundo mientras los anima a mantener la riqueza de su lenguaje y cultura.